Las mirillas de las puertas son objetos curiosos. Sin ser su función específica, tienen la particularidad de deformar la realidad; encuadrarla, y convertirla en otra cosa distinta. Y además, rompen la barrera entre espacios interiores y exteriores; lo público y lo privado. De pequeño me encantaban estas mirillas, y pasaba horas enteras seleccionando y reinventando realidades a partir del reducido campo de visión que la mirilla de una puerta puede ofrecer . La importancia de los hechos cotidianos no es mínima por ser habitual, sino por el ojo que los ve y los convierte en gestos menores. Pero son precisamente estos gestos habituales los que les dan riqueza (y por qué no, sentido), a nuestra propia existencia. Lo cotidiano, visto a través de una mirilla, deja de ser habitual para ser... otra cosa. La cotidianeidad es ese compendio de situaciones más o menos banales o simples que componen nuestra propia existencia diaria. Es en esta cotidianeidad en donde nos desarrollamos, crecemos, nos relacionamos; y en definitiva, donde nuestra propia concepción como seres individuales se configura y a la vez se desvanece. Un cúmulo de gestos que tanto nos diferencia a unos de otros como a su vez nos acerca e iguala. Dentro de estos gestos y rutinas, existen casualidades que trastocan y dan nuevos puntos de vista que, después de ser aceptados, vuelven a convertirse en cotidianos. Podríamos hablar de un círculo perfecto del que no llegamos a tener constancia alguna; un círculo en el cual cada cosa y gesto tiene su propio sentido porque siempre han estado ahí, porque siempre ha sido cotidiano.
Pero, ¿cuáles son los factores que interfieren dentro de la cotidianeidad para hacer que ésta sea considerada como tal? ¿Cuáles son los mecanismos que hacen que un gesto determinado sea considerado cotidiano, o fuera de toda regla? ¿Cuánto de cotidiano existe en el arte, y de qué forma se nutre de éste para crear un lenguaje inteligible?
Éstos son los vectores que marcan la dirección de mi propia búsqueda antropológica de la cotidianeidad; los engranajes de dichos motores hacedores de realidades a través de la fotografía; y la utilización de los mismos para llegar a crear realidades ficticias aceptables a través de premisas cotidianas y reconocibles por todos. Aceptar, comprender y utilizar dichos elementos en mi propio trabajo personal.