La serie Pequeños y corrientes está compuesta de retazos de conversaciones. Siempre hay varios personajes que mantienen una conversación; aunque las frases y las ideas van en distinta dirección. Es como si tratásemos de mantener una conversación sobre un tema determinado en dos idiomas diferentes, y los interlocutores estuviesen destinados a no entenderse jamás. Se puede considerar a un tercer interlocutor, el espectador, el cual tiene la llave de dichas conversaciones. Ve y oye lo que ocurre dentro de las imágenes, participa de ellas en una suerte de voyeur que tienen la sensación de estar asistiendo a una situación que no le corresponde, y que a la vez tiene la obligación de concluir.
Generalmente son imágenes tremendas, sórdidas, pero con cierto regusto irónico. Son agridulces.
En ellas se aprecian influencias de la cultura actual; desde escenarios teatralizados compuestos de escena imposibles o arquitecturas inviables, hasta referencias a la música o el cine en los títulos o en las mismas relaciones tratadas... También se aprecian en ellas referencias a cuadros o piezas conocidas de la historia del arte. Aparte de ello, los casos sociales actuales,las relaciones...cualquier elemento ajeno en un principio hace que se creen las situaciones que pueden dar lugar a otros tipos de desarrollo; todo ello siempre cargadas de una fina ironía. Al fín y al cabo, de miedos estamos cargados todos; y de mitos vivimos rodeados... Y todo ello, mezclado con verdades y mentiras constantes.